"Salgo hacia Barcelona. Van a poner "La vida es bella" en el tren a las 7.30 de la mañana. No sé si es muy duro o muy bueno.
Oigo a la gente quejarse en la estación sobre el Talgo. A mi me encanta, me gusta más que los trenes nuevos. Será ese aire decadente como de sofá orejero viejo. Será que he subido demasiadas veces en los otros trenes. En este vagón las distancias no están medidas ergonómicamente. La gente se queja por todo lo que no tiene este tren. Hay una luz ambiental como de hora de la siesta.
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Esta semana se ha llenado de momentos y detalles increíbles. No sé qué vamos persiguiendo. No sé hacia dónde irá todo pero esta semana ha sido maravillosa.
Ya no me da igual no saber donde está el oeste o cómo se pronuncia exactamente esa palabra en ingles. Ya no me da igual olvidar los pueblos que he visto desde el tren, quiero recordarlos. Pienso que voy a ser capaz.
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Que grande es sentirse libre. Libre de dolor. Libre de mentiras. Libre de corazón. No necesitando nada. Darme cuenta de mi suerte. Darte cuenta de que la belleza es relativa y tu y tu y tu sois seres humanos perfectos.
Es verdad que no se puede estar eternamente en la cresta de la ola pero sí se puede estar eternamente surfeando.
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He soñado de nuevo con una casa grande, nueva y una cocina encajada en un arco y una mesa larga con silla verdes y una ducha gigante al fondo del pasillo que se conectaba sola y me mojaba entera sin que yo hiciera nada más que disfrutar del agua.
La calle y el cielo también son mios. "
Todo eso fué Barcelona, hace ya algunas semanas pero no quiero que se me olvide que también puedo ser así.
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