domingo, junio 15, 2008

::El dia de las chanclas::

Yo tenía unas chanclas (le llamo chancla a cualquier zapato que asome el dedo gordo del pie), que me flipaban. Isa me las regaló en uno de sus ataques "compraycalla" que sufre cada dos meses. Eran una de esas cosas que tengo catalogadas como objetos especiales, dificiles de encontrar y que me hacen sentir afortunada, como por ejemplo:

El pollito de Cartón piedra que conseguí una noche en el Coyote (por encima del cadaver de media Novelda). Puse mi mejor cara de buena persona al camarero y le hice saber que lo cuidaría mejor que nadie, por alguna extraña razón él me creyó y acto seguido me obligó a esconderlo en una bolsa de mercadona para que la envidia ajena no desencadenara una guerra a pedrazos.

El anillo de plata y piedrecitas rosas ( a dia de hoy, negras) que compré en el mercadillo de Altea el primer año que estudié alli. Recuerdo que fué un dia fabuloso, Ana y yo salimos de casa a eso de las 11 de la mañana rumbo a clase de dibujo y , para variar, se nos quedaron los pies medio tontos a la altura de L'Espill, así que no tuvimos más remedio que parar a desayunar. Después fuimos al mercado de la verdura; era un ritual bastante extraño porque Ana y yo no probamos una sola verdura en todo el año. Nuestro menú más completo se basaba en alguna cena en el chino regada con un vino llamado "nuevedos" y bolsas de gominolas de vez en cuando. Miento!!! Un dia nos hicimos una sopa de sobre, en invierno , y nos sentimos tan orgullosas como si hubieramos inventado la dieta mediterranea.
Iba a contar como compré el anillo....y no lo recuerdo. El caso es que lleva 2.920 dias conmigo.
Y aún no nos hemos cansado.

Luego estan mis pendientes, tengo millones de ellos. Pero solo adoro profundamente a mis Pendientes-atropellados.
También los compré en Altea o me los regalaron o me los regalé o alguien los metió en mi bolso por gracia divina, no lo sé.
El caso es que son un par de pendientes que he ido perdiendo de año en año y cuando pasan unos meses los encuentro en el sitio más raro que te puedas imaginar, la guantera del coche, una caja de zapatos .... La última vez que los encontré, me los puse y juré no perderlos nunca. El caso es que uno de ellos se me cayó mientras cruzaba la calle y lo atropelló una furgoneta, pero solo se fracturó la cabeza.

Y despues tengo un monton de cosas más , que ya no tengo.
Como un unicornio blanco del tamaño de un pistacho que me salió en el único phoskito que me he comido en mi vida, ese también lo guardé en una cajademúsica-mechero en el salón de casa, yo debía tener 8 años y lo iba a visitar de cuando en cuando hasta que desapareció, seguro que está en otro planeta llenando de felicidad a otra pequeña Esther.

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